Ciertos pensadores coinciden en que el proyecto común
solo se puede construir desde América Latina
Venezuela es el
laboratorio colectivo más importante en este momento en el mundo, y ello
constituye un llamado de atención sobre el “papel que jugamos nosotros dentro
de este laboratorio”, aseguró Miguel Ángel Contreras durante una charla dictada
en los espacios de la Escuela Venezolana de Planificación, EVP.
Contreras, sociólogo,
analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela, fue
invitado a participar en los ciclos de charlas denominados “Nuevos movimientos
y colectivos juveniles de Venezuela”, organizados por esta casa de altos
estudios ubicada en La Rinconada, adscrita al Ministerio del Poder Popular de Planificación
y dirigida por la profesora Elisenda Vila.
El docente no solo
disertó sobre los colectivos, sus nuevas formas de lucha y retos, sino que se
paseó por algunos aspectos del panorama mundial y el enfoque que ciertos
estudiosos e intelectuales les han dado a las actuales circunstancias que vive
el mundo, así como a los caminos futuros.
Contreras les dijo a
los asistentes que se sentía sorprendido de que autores como Antonio Negri, en
un contexto de crisis mundial y de búsqueda de nuevos horizontes, hayan dicho
que “la altermodernidad, la alternativa a la modernidad, está en América
latina, o sea que el proyecto común se puede construir solo desde América
Latina”.
Contreras adujo que
“hemos estado viendo en los últimos años el Socialismo del Siglo XXI, el buen
vivir; hemos estado tratando de reivindicar el socialismo venezolano, el
socialismo bolivariano, lo local como un tema central para pensar las
alternativas. La alternativa no se puede pensar si no está bien localizada en
el lugar donde estamos. No la podemos pensar como si estuviésemos en Europa o
como si las tuviésemos en Estados Unidos, la tenemos que pensar desde Venezuela
y Venezuela es hoy un potencial de cambio tremendo en las lógicas que están
ocurriendo a escala global”.
Contreras se refirió
a la grave situación que padecen las y los jóvenes en Estados Unidos y Europa,
condenados a un futuro incierto, en contraste con lo que ocurre en América
Latina.
“Los jóvenes en
Estados Unidos y Europa pueden renunciar a estudiar porque así estudien van a
ser desempleados; la lógica que opera en Europa y Estados Unidos es la de la
exclusión directa de los sectores juveniles dentro de las transformaciones que
están operando en estas sociedades”, refirió. En América Latina “está
ocurriendo otra cosa”, alegó al respecto.
Declive de la
izquierda
El ponente estimó que
en los años 60 del siglo XX comenzó la consideración de que el antagonismo
fundamental en las sociedades no es entre capital y trabajo, ya que surgieron
nuevas formas sociales de conflictividad asociadas con los movimientos
ecologistas, los feministas, los movimientos por los derechos sexuales y los
derechos civiles, que no están en la esfera del antagonismo entre capital y
trabajo.
Estas nuevas formas
de conflictividad se acentuaron desde 1968, entre lo que Contreras denomina la
“forma Estado” y la “forma partido” frente a los movimientos sociales que pasan
a ocupar un papel central.
A partir de los 70
emergió una profusión importante de reflexiones, de teorías sobre el rol de los
movimientos sociales opuestos a los partidos políticos.
“Hay un declive de
los partidos comunistas”, sentencia el analista. “Hay un declive de los
partidos de izquierda; eso se vincula directamente con la idea del fin de las
ideologías, se vincula con otros conjunto de problemas medulares que están
ocurriendo en ese momento, y aparecen los movimientos sociales como uno de los
centros vitales de las nuevas formas de antagonismo y conflicto dentro de las
sociedades”.
Vista desde una
perspectiva eurocéntrica y estadounidense, Contreras refiere que la sociedad va
pasando a una esfera que se denominó “posmaterial”, en la que el conflicto no
se restringía a la pugna capital-trabajo, sino más bien a los ya mencionados,
como la ecología y el feminismo. Contreras reflexiona sobre si estos
movimientos sociales estaban en capacidad de modificar y transformar la
sociedad como un todo.
La irrupción de
nuevos movimientos sociales coincide con la crisis de los socialismos reales
que afecta a la izquierda y el dilema de cuáles son sus horizontes de futuro,
mientras que por otro lado se inicia la ofensiva neoliberal con el surgimiento
de gobiernos conservadores como el de Ronald Reagan en Estado Unidos y Margaret
Thatcher en Inglaterra. En el plano académico, Francis Fukuyama, profesor de a
Universidad de Johns Hopkins expone su tesis del último hombre y del fin de la
historia. Al desmembrarse la Unión Soviética, Fukuyama afirma que ya no hay
ninguna posibilidad de que se supere la sociedad capitalista, porque el
socialismo está en completo declive y a partir de ese momento todas las
sociedades marchan hacia la democracia liberal y la economía de mercado.
“Entonces esa idea de
Francis Fukuyama, la ideología neoliberal, neoconservadora, domina. Los
partidos políticos de izquierda comienzan a debilitarse hasta tal punto que uno
podría decir que perdieron completamente el horizonte; es decir, cuál es la
idea horizonte, cuál es la sociedad que queremos nosotros transformar. De todas
maneras, el papel de los movimientos sociales siguió siendo central”, sostiene
Contreras.
Sociedad en movimiento
Asentado en el plano
latinoamericano, el expositor se detuvo en lo que denominó la “memoria larga”,
caracterizada por conflictos antañones vinculados con el proceso de conquista y
colonización española, que tienen como protagonistas los movimientos indígenas
y de los afrodecendientes. Señala el levantamiento indígena zapatista, liderado
por el subcomandante Marcos en 1994, que tuvo resonancia internacional y que
influyó en la convocatoria al primer congreso mundial contra el neoliberalismo
en 1995.
“Esa memoria larga comienza a operar sobre una
superficie de triunfo del neoliberalismo pero también inmediatamente del
rebasamiento del neoliberalismo. Allí comienzan a aparecer movimientos sociales
de distintos tipos que no están circunscritos exactamente a la visiones europea
y estadounidense sobre los movimientos sociales”, indicó Contreras.
En torno al caso
venezolano, planteó que mucho antes de 1989 ya los movimientos estudiantiles
-en el caso de Mérida en 1987 y 1988- protagonizaron manifestaciones y
enfrentamientos para reclamar el pasaje preferencial estudiantil. Otro caso que
llamó la atención pública fue la masacre de El Amparo (Apure), en el que un
grupo de campesinos fue asesinado por cuerpos de seguridad del Estado, acusados
de guerrilleros. Dos personas sobrevivieron y se supo la verdad.
Al comparar las
luchas de los movimientos juveniles y estudiantiles latinoamericanos con las de
Europa y Estado Unidos, a finales de los 80 y principios de los 90, sostiene
que no ocurren en el punto “posmaterial”, como acontece en el norte, sino en el
punto “material”. Eran luchas reivindicativas por el pasaje estudiantil, el
comedor o los derechos sociales. Para Contreras estas reivindicaciones
materiales reflejan las características de las sociedades latinoamericanas,
dependientes del capitalismo periférico y sujetas a la división internacional
del trabajo.
Explicó luego que El
Caracazo” (rebelión popular de 1989 contra el paquete neoliberal) reunió
movimientos de distintos tipos, como los juveniles que se venían formando en
los 80.
“En este punto es
importante destacar”, agregó el expositor, “que desde 1989 en adelante hay una
sociedad que un autor inglés llama una ‘sociedad en movimiento’. Es decir, en
Venezuela comienza a operar una sociedad en movimiento; se puede decir que comienza
una corriente histórica que tiene su punto de inflexión con el Caracazo en 1989
y a partir de ahí se da todo lo que se ha llamado el ciclo de protesta en el
que se reivindican los derechos sociales”.
Nuevo rumbo
Al referirse a los
grupos de distintas zonas de Caracas, mencionó “El afinque de Marín”, un
movimiento de resistencia, asociado con la música, en el sector de San Agustín.
También está el caso de La Vega, con la tierra como eje central.
En la parroquia El
Valle descolla el caso de Tiuna el Fuerte, movimiento artístico y musical que
recoge una cantidad de expresiones y que desde su militancia revolucionaria ha
logrado consolidar un espacio en El Valle.
Otro caso interesante
se da en el 23 de Enero, que con su actitud militante es ubicado por Contreras
como “el pulmón desde el punto de vista de la potencia de los movimientos
juveniles. Allí está el tema de las radios, las luchas contra el narcotráficos,
la lucha contra la delincuencia. En el 23 de enero, en la zona de Catia, es
donde existe la mayor potencia para enfrentar los dilemas de este momento”.
De cara a los restos
actuales y del futuro, Contreras visualiza dificultades en aquellos movimientos
juveniles que no están arraigados territorialmente. Otro dilema que afrontan
está asociado cpn la posible subordinación de su autonomía a la lógica del
Estado que puede mediatizarlos.
En cuanto a los
desafíos de los movimientos sociales, considera que de 2002 a 2005 se consolidó
una lógica alrededor de la “sociedad en movimiento”, en 2005 funcionó la lógica
de la “forma partido” y entre 2011 y todo 2012 retornó la “sociedad en
movimiento”. De estas bases parten los desafíos para verdaderamente pensar en
transformaciones globales que logren modificar el estado de cosas existentes .
En este segmento se
refirió a una conferencia que dictó sobre el tema brasileño-venezolano, en la
que sostuvo que, de acuerdo con los teóricos, globalmente opera una crisis
hegemónica que no implica la muerte del capitalismo, porque lo único que se van
a desplazar son las formas de acumulación de capital desde el Atlántico Norte
hacia el sureste asiático.
“Entonces ahí no hay
cambios sustantivos”, aseguró Contreras, “ya que el cambio simplemente es en la
forma y el espacio donde van a ocurrir estas transformaciones. Es un cambio de
hegemonía. Los Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudafrica) operan en esta
dirección para fortalecer una transición hegemónica simplemente del Atlántico
Norte hacia el sureste asiático, pero si nosotros pensamos que estamos en una
crisis sistémica, estamos diciendo que América Latina representa la capacidad,
la potencia para ir donde se están operando estas nuevas formas. Esa nueva
alternativa está operando aquí en América Latina”.
Planteó que si
Venezuela está inmersa en un laboratorio colectivo y hay tensiones sobre si se
está en una crisis sistémica o hegemónica, esas tensiones pasan porque los
sujetos de cambio no sean los empresarios, sino los indígenas, los
afrodescendientes, la sexodiversidad. ¿Por qué? Porque operan desde lógicas que
cuestionan la racionalidad, o las visiones lineales con las que opera la
modernidad desde hace más de 500 años.
“La gran tarea
nuestra es cómo construir un más allá, o tener una alternativa en esta
dirección. Es cómo reivindicar el papel que cumplen centros de producción de
conocimiento como la Escuela Venezolana de Planificación”, analizó. “El cambio
opera en el campo del conocimiento, que significa actuar contra la
descolonización, producir conocimiento que tenga que ver con nuestras propias
realidades. También está el plano de los valores, cuáles son los valores, la
axiología con la que estaríamos operando y cuál es el modelo político que
nosotros refiguramos”, señaló.
No hay comentarios:
Publicar un comentario