El escritor hizo una
exhaustiva consulta documental para antes de comenzar su libro La Verdad más
allá de mi tumba
No se puede hablar de la vida y obra
de Simón Bolívar, así como de la vigencia de su pensamiento y su legado
político en el siglo XXI, sin hacer un alto en su temprana y repentina
desaparición física, primero, porque queda claro que, de haber vivido más
tiempo habría logrado mayores victorias por la causa libertaria y, segundo,
porque en los últimos años han surgido algunas hipótesis que plantean que la
muerte de este prócer independentista pudo haber sido provocada, y no por las
consecuencias de una tuberculosis, tal y como lo ha sostenido la historia
oficial.
William José Hernández Ospino es uno
de los principales responsables de esta investigación. Con su libro La Verdad
más allá de mi tumba, cuya realización requirió de una exhaustiva consulta a
fuentes y documentos históricos, el escritor colombiano dejó ver la posibilidad
de que Bolívar haya muerto por envenenamiento -teoría que en su momento
consideró factible el presidente Hugo Chávez- y que dicha acción se ejecutaría
mediante un “complot” en el que estaría implicado Estados Unidos.
CORBETA
SOSPECHOSA
En declaraciones exclusivas al Correo
del Orinoco, basadas en sus últimas indagaciones, el filósofo relató que hace
algunos meses un intelectual venezolano, cuyo nombre no dio a conocer por no
estar autorizado para hacerlo, le hizo llegar dos cartas expedidas por el
Departamento de la Marina-Comando Médico Naval de los Estados Unidos, que
ratifican su teoría del complot.
En estos documentos, detalla, se
confirma la presencia de la goleta Militar Grampus en el puerto de Sabanilla
(Atlántico-Colombia), y luego siguiendo al bergantín Manuel, propiedad del
español Joaquín de Mier, rumbo al puerto de Santa Marta.
La primera carta dice: “La Corbeta USS
Grampus estuvo en el puerto de Sabanilla, Colombia, en Noviembre 30 de 1830.
Ese día su capitán Isaac Mayo despachó uno de sus botes a un bergantín de
Colombia, cercano, con una carta al General Bolívar, quien estaba a bordo y le
ofreció llevarlo a Santa Marta”.
Al analizar este escrito, Hernández
Ospino se pregunta, “¿Si Bolívar ya tenía su bergantín propio alquilado al
español Joaquín de Mier, para qué embarcarse en la corbeta militar del enemigo?
¿Cuál era la intención del gobierno de los Estados Unidos? Por supuesto que
Simón Bolívar no aceptó la invitación”.
En la misma carta, continúa, también se lee: “El 2 de
diciembre el Capitán Mayo y el Cirujano del Grampus, George B. McKnight,
estuvieron a bordo del bergantín, McKnight probablemente examinó y/o atendió a
Bolívar en ese momento. El 17 de diciembre el General Bolívar murió cerca de
Santa Marta”. Además, hace referencia al texto de la otra misiva donde se
señalaba que: ”El Grampus estuvo anclada en Santa Marta del 2 al 5 de
diciembre” y que esta “tenía doce cañones”.
ENVENENAMIENTO
CON ARSÉNICO
Ante las contundentes revelaciones
expresadas en este documento, el estudioso encuentra ciertas contradicciones
que, al final, parecen tener lógica. “¿Por qué tanta insistencia del médico
militar en atender al enemigo Simón Bolívar?”, volvió a preguntarse, a lo que
respondió: “Es obvio que el médico militar se reunió tres días con el boticario
Alejandro Próspero Reverend, y le prescribió el tratamiento a seguir: arsénico,
polvo de cantárida y emplastos de mostaza”.
Añade el especialista que en el
informe, titulado “Conclusiones de Anatomía Patológica Forense en el estudio de
los restos del Libertador Simón Bolívar”, suscrito por la doctora Yanuacelis
Cruz, jefa de la División de Anatomía Patológica Forense de la Coordinación
Nacional de Ciencias Forenses y por el Dr. José Monque, médico anatomopatólogo,
excoordinador de Ciencias Forenses, se argumenta que “Estudios realizados en el
presente año por el Dr. Paul G. Auwaerter, médico, MBA, profesor y director
clínico en la División de Enfermedades Infecciosas del Departamento de Medicina
de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore,
Estados Unidos, anuncian que luego de revisado el caso de Bolívar, era probable
que el general no hubiese muerto de tuberculosis. En lugar de ello, se
evidencia una causa de muerte más siniestra: envenenamiento crónico por
arsénico que produjo una enfermedad respiratoria severa”.
AL
TANTO DE TODO
A criterio del catedrático, Simón
Bolívar ya estaba enterado del complot que se estaba llevando a cabo para
asesinarlo, porque no fue un solo atentado el que sufrió, sino varios, los
cuales pusieron al descubierto a sus detractores.
“Los historiadores oficiales ignoran u
omiten motu proprio el atentado en el Coliseo Ramírez, hoy Teatro Colón, el
atentado en el pueblo de Soacha, en las afueras de Bogotá, el atentado
frustrado en Bucaramanga, en momentos de la Convención de Ocaña entre el 9 de
abril y 10 de junio de 11828”, fustigó.
Una prueba fehaciente del conocimiento
que este tenía sobre la terrible amenaza que se cernía sobre su vida, acotó el
investigador, se pudo apreciar en las páginas del Diario de Bucaramanga,
escrito por el general Luis Perú de Lacroix, donde Bolívar “advierte del miedo
que le produce regresar a Bogotá, porque sabe que Francisco de Paula Santander
y los liberales exaltados planean matarlo”.
“No existen pruebas fidedignas que
acusen al sobrino Fernando Bolívar. De tal manera que esta es una especulación.
En cambio sí existen pruebas del odio que José Antonio Páez le profesaba a
Bolívar. Incluso, no cabe ninguna duda de haber tratado el tema del magnicidio
con los artífices de la disolución de la Gran Colombia”, enfatizó.
Texto/
Héctor Escalante Fotos/ Cortesía William Hernández Ospino
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